Facturación

Gastos de difícil justificación: ¿qué requisitos tienen y cómo podemos calcularlos en 2025?

Descubre qué son los gastos de difícil justificación, cómo se aplican en el modelo 130 y qué condiciones debes cumplir para deducirlos si tributas en estimación directa simplificada.

Pablo Gil

Los gastos de difícil justificación son una deducción automática de la que pueden beneficiarse los autónomos que tributan en el régimen de estimación directa simplificada. Esta previsión fiscal permite reducir la base imponible del IRPF sin necesidad de presentar facturas o comprobantes específicos, siempre que se cumplan ciertos requisitos.

En este artículo te explicamos cómo calcular los gastos de difícil justificación en 2025, cómo afectan al modelo 130, en qué casilla se reflejan en la declaración de la renta, así como qué límites establece la normativa vigente.

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¿Qué son los gastos de difícil justificación?

Los gastos de difícil justificación son una deducción adicional que Hacienda permite aplicar a los autónomos que tributan bajo el régimen de estimación directa simplificada en el IRPF. Esta deducción compensa aquellos pequeños gastos necesarios para el desarrollo de la actividad económica pero que, por su naturaleza o cuantía, no siempre pueden justificarse con factura o documentación detallada.

Hablamos, por ejemplo, de gastos en material de oficina, pequeñas reparaciones, herramientas de bajo coste, suscripciones digitales o incluso consumos menores que no llegan a generar una factura formal.

Esta deducción no necesita que detallemos cada gasto: se aplica de forma automática como un porcentaje sobre el rendimiento neto previo, reduciendo así la base imponible sin que tengas que documentarlos uno a uno.

¿Hay un límite en la deducción de los gastos de difícil justificación?

La respuesta rápida es sí. El importe máximo deducible por gastos de difícil justificación en 2025 está limitado a 2.000 euros anuales, según lo establecido en la normativa vigente (DA 56ª de la Ley del IRPF).

Esto quiere decir que si tus beneficios netos son inferiores a esa cifra, se aplica el porcentaje correspondiente, pero nunca se va a poder superar ese tope establecido de 2000€.

Beneficios en deducir los gastos de difícil justificación

Dentro de los gastos deducibles en el IRPF de los autónomos en 2025, en un porcentaje menor podemos encontrar a los gastos de difícil justificación. Deducir estos gastos ofrece a los autónomos una serie de beneficios en la renta anual.

  • No necesitas justificar cada gasto con una factura.
  • Simplifica la contabilidad, especialmente para los autónomos que no tienen una gestoría.
  • Reduce tu carga fiscal real si estás dentro de la estimación directa simplificada.
  • Se aplica automáticamente en el cálculo de la declaración si marcas el régimen correcto.

¿En qué casos no aplica la deducción?

Eso sí, hay que tener en cuenta que no todos los autónomos pueden aplicarse la deducción de los gastos de difícil justificación, únicamente los autónomos que se encuentran dentro de la estimación directa simplificada. Por lo que podemos encontrar fuera de esta deducción a:

  • Autónomos en régimen de estimación directa normal.
  • Contribuyentes acogidos a módulos, estimación objetiva.
  • Profesionales que optan por declarar gastos reales con documentación completa, sin aplicar esta previsión.

También quedas excluido si, por cualquier razón, has comunicado a Hacienda que renuncias al régimen simplificado del IRPF.

Requisitos a tener en cuenta para que un gasto sea de difícil justificación

Aunque los gastos de difícil justificación no exigen facturas individualizadas, sí deben cumplir con ciertas condiciones generales para que sean considerados válidos dentro del régimen de estimación directa simplificada.

No se trata de incluir gastos arbitrarios, sino de unas previsiones razonables asociadas a la actividad económica que ejerzas como autónomo.

Requisitos clave para que un gasto sea de difícil justificación:

  • El autónomo debe tributar bajo el régimen de estimación directa simplificada.
  • El gasto debe estar vinculado a la actividad económica, aunque no exista documentación justificativa directa.
  • La deducción se calcula de forma automática sobre el rendimiento neto positivo, antes de la deducción de este tipo de gastos y las reducciones.
  • El importe total de la deducción no puede superar los 2.000 € anuales.

Ten en cuenta que los gastos de difícil justificación no sustituyen a los otros gastos deducibles documentados, sino que los complementan, ya que representan un margen razonable para cubrir pequeños gastos difíciles de acreditar.

¿Cuáles son los gastos de difícil justificación más comunes?

Aunque no se detallan uno a uno en la normativa, en la práctica los gastos de difícil justificación suelen corresponder a:

  • Pequeñas compras de material fungible.
  • Herramientas o accesorios de trabajo de bajo coste.
  • Comisiones bancarias menores.
  • Reparaciones menores no documentadas.
  • Gastos personales vinculados a la actividad, como fotocopias, transporte no desglosado o consumibles.

Es decir, gastos reales pero no fácilmente justificables con una factura nominativa y que, por tanto, se agrupan en esta deducción automática.

¿Cómo puedo calcular los gastos de difícil justificación?

El cálculo de los gastos de difícil justificación es muy sencillo, ya que no se basa en facturas ni justificantes, sino en una fórmula automática que se aplica sobre el rendimiento neto de la actividad. Es decir, no necesitas sumar ni categorizar gastos específicos.

Esta es la fórmula para calcular los gastos de difícil justificación en 2025:

Gastos de difícil justificación = 7% del rendimiento neto previo, con un máximo de 2.000 € anuales.

Rendimiento neto previo = ingresos – gastos deducibles justificados (antes de aplicar la deducción de los gastos de difícil justificación y otras reducciones).

Vamos a verlo con un ejemplo práctico:

  • Ingresos: 40.000 €
  • Gastos deducibles (con factura): 18.000 €
  • Rendimiento neto previo: 22.000 €
  • Deducción por difícil justificación: 7% de 22.000 = 1.540 €

En este caso, podrías restar 1.540 € más a tu rendimiento neto para reducir tu base imponible del IRPF.

Pero debes tener en cuenta que si el 7% supera los 2.000 €, se aplicará el límite máximo permitido por Hacienda.

El modelo 130 y los gastos de difícil justificación

En el modelo 130 se aplican los gastos deducibles del autónomo, es decir, es la declaración trimestral del IRPF que deben presentar los autónomos en estimación directa, ya sea normal o simplificada.

Aunque en este formulario no se incluye explícitamente una casilla específica para los gastos de difícil justificación, sí influyen directamente en el cálculo del rendimiento neto sobre el que se aplica el porcentaje de retención (20 %).

¿Cómo se reflejan los gastos de difícil justificación en el modelo 130?

  1. Se calcula el rendimiento neto como:

  Ingresos – gastos deducibles – gastos de difícil justificación

2. Sobre esa base se aplica el 20 % de retención que se ingresa a cuenta del IRPF.

Esto significa que aunque no aparezcan como una línea específica en el modelo, los gastos de difícil justificación reducen la base sobre la que se calcula el impuesto, afectando positivamente al resultado del trimestre.

Si utilizas un software contable como Holded este cálculo se realiza automáticamente al indicar que tributas en estimación directa simplificada.

Ejemplos de gastos de difícil justificación

Aunque en la práctica los gastos de difícil justificación no necesitan de una factura concreta para documentarlos y presentarlos ante hacienda, es muy útil conocer qué tipo de gastos pueden estar incluidos en la deducción de gastos de difícil justificación.

Este tipo de gastos son, en general, costes reales y habituales en la actividad del día a día de un autónomo, pero que no siempre se pueden justificar documentalmente. Aunque debes tener en cuenta que Hacienda los va a contemplar mediante esta previsión.

  • Compra de material de oficina no facturado como: folios, bolígrafos, clips, etc.
  • Reparaciones menores de equipos o mobiliario realizadas sin factura.
  • Pagos en efectivo por servicios puntuales no declarados, siempre que se encuentren dentro de la legalidad.
  • Pequeños gastos de transporte urbano no registrados.
  • Comisiones bancarias o gastos financieros no desglosados.
  • Costes de suscripciones digitales no nominativas.
  • Herramientas o accesorios profesionales adquiridos sin comprobante formal.
  • Consumos personales vinculados indirectamente a la actividad como por ejemplo impresiones o reprografía.

Aunque no necesites justificar estos gastos con documentación individual, recuerda que sí deben ser coherentes con tu actividad económica. La Agencia Tributaria puede requerir explicaciones si los importes deducidos no se corresponden con tu perfil profesional.

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