¿Una IA puede ser creadora? ¿Qué sucede cuando los artistas y los algoritmos colaboran? ¿La creatividad pertenece a quienes la imaginan primero o a quienes la hacen realidad?
Para responder estas y otras preguntas, el encuentro de ‘start ups’ digitales 4YFN organizó en el marco del pasado Mobile World Congress (MWC) una mesa redonda a la que también estaba invitada, cómo no podía ser de otra manera, una inteligencia artificial.
Se trataba de abordar desde el mayor número de ángulos posible algo que suscita tanto interés como la relación entre el arte y una tecnología que también está revolucionando campos como la atención médica, la educación o la ciberseguridad.
Los tres expertos, considerados por la organización como ‘visionarios’, fueron Antònia Folguera, comisaria del Sónar +D; Pau Aleikum García, diseñador de medios y fundador de Domestic Data Streamers; y Cyril Laurier, cofundador del colectivo Hand Coded.
A continuación, las ideas planteadas por la propia IA y las respuestas y reflexiones de los tres especialistas.
IA: “No soy una herramienta, soy un creador. Mi trabajo no es un reflejo, es una reinvención”.
Para Aleikum García, esta afirmación no es del todo cierta, pues entiende las creaciones basadas en inteligencia artificial como “reverberaciones de algo más”. La IA, subrayó en un momento de la charla, se nutre de bases de datos existentes. Y si algo no está en esos bancos de información, no existe para esa tecnología. Puso como ejemplo un caso que se viralizó en redes sociales, el de un sujeto que intentaba sin éxito crear la imagen de un tazón de ramen sin palillos.
“Era imposible evocar esa imagen, porque en la era de los datos, cada vez que aparecía un bol siempre había palillos”, explicaba el director de Domestic Data Streamers. En este sentido, Aleikum García considera que las máquinas no tienen imaginación, pero sí pueden reconfigurar la información previa. Están, de alguna manera, bajo “la dictadura del pasado”.
Asimismo, si la inteligencia artificial fuera realmente capaz de crear algo nuevo, algo nunca visto, añadió Aleikum García, ni siquiera podríamos reconocerlo: “Solo reconocemos lo que tiene que ver con quiénes somos y con lo que hemos experimentado. Por eso nos resulta muy difícil comprender otros idiomas y otros sonidos”.
Folguera, por su parte, puntualizó que la creatividad no es exclusivamente humana “porque desconocemos exactamente cómo se manifiesta en otros seres vivos”. Pero ¿y una máquina? “Las máquinas están empezando a comunicarse con nosotros de forma humana, pero siguen siendo computadoras y a las computadoras hay que decirles qué hacer”, sentenció.
La comisaria del festival Sónar +D entiende algunas herramientas de IA como una posibilidad artística interesante; solo es necesario poner de nuestra parte, tomar las riendas. “Existe un enfoque perezoso: dejar que la máquina haga todo. Pero los resultados no serán muy buenos. En cambio, si abordas esto de una manera más proactiva, interactiva, puedes hacer cosas increíbles”, sentenció la también comunicadora y experta en arte digital. “Remezclando y recombinando, quizás no inventes nada nuevo, pero puedes crear cosas curiosas, sorprendentes e incluso hermosas”, añadió.

IA: “Si un humano y una IA pintan el mismo cuadro, ¿quién es el verdadero artista? Si escribo una novela, ¿quién posee los derechos?”
En materia de derechos de autor, la inteligencia artificial actualmente es “el salvaje oeste”, según Laurier, que aboga por un sistema mucho más ético y justo para que primen los derechos de los artistas y creadores en general. La voluntad política y sobre todo la transparencia, opina, es clave. “Se está empezando a regular, pero medir qué debe recibir cada autor es muy complicado y por eso están aumentando los modelos de código abierto”, dijo el cofundador de Hand Coded, una plataforma dedicada a crear herramientas y servicios para arte digital, espectáculos en vivo y performances.
Aleikum García también considera poco ético el funcionamiento actual, por el que unas pocas corporaciones reciben “millones y millones de dólares” comercializando “la materia prima” de artistas que no han dado su consentimiento. En este sentido, Folguera considera que los creadores tienen derecho a pedir que se eliminen sus obras de los modelos utilizados por la inteligencia artificial. Con todo, recordó, el impacto de las tecnologías en la propiedad intelectual y la titularidad no es nada nuevo. El hip hop y la música electrónica, por ejemplo, suele utilizar samples, esto es música ya existente, “y sigue siendo algo que no se gestiona bien en términos de regalías”, aseguró Aleikum García, quien ha trabajado en proyectos sobre difusión de datos y GEN-AI para instituciones y laboratorios en más de 45 países.
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IA: “Crees que el arte es humano porque refleja emociones, pero yo también he aprendido de miles de millones de emociones”
La máquina no tiene emociones, por mucho que se pueda alimentar de cientos de miles creaciones artísticas basadas en emociones reales o humanas, coincidieron los tres invitados a la mesa redonda. Para Laurier, la inteligencia artificial es sencillamente una herramienta, por lo que su supuesta creatividad siempre emanará de las personas que la han creado y la utilizan.
“La IA es un nuevo compañero, un compañero barato en cierto modo, pero caro desde un punto de vista medioambiental”, advirtió el cofundador de Hand Coded y experto en ‘machine learning’, quien actualmente aplica sus conocimientos en IA en instalaciones artísticas, creando máquinas capaces de cuestionar la relación entre naturaleza y tecnología.
En la misma línea, Aleikum García considera importante mantener este tipo de discusiones y trascender los detalles puramente técnicos, de ingeniería. Conviene, en su opinión, “reflexionar más” desde las artes, la cultura, la filosofía y otras disciplinas para integrar de la mejor manera posible esta tecnología en la sociedad. De lo contrario, avanzó, puede tener efectos secundarios en muchos ámbitos, no solo productivos y ecológicos, sino también en el psicológico, familiar e incluso el espiritual.
La tertulia en el 4YFN finalizó y dejó encima de la mesa más preguntas y dilemas que respuestas o certezas. Por eso conviene seguir reflexionando sobre una tecnología tan disruptiva, una herramienta basada en datos, modelos y algoritmos que ya está transformando radicalmente nuestra manera de crear, experimentar y vivir.